Diez setas tóxicas que se pueden encontrar en Málaga | Diario Sur

2022-09-09 12:26:54 By : Mr. Johann Yu

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En la provincia de Málaga, se pueden encontrar algunas de las setas con mayor valor culinario, como la yema de huevo (Amanita caesarea), el Boletus aereus o los níscalos (Lactarius deliciosus), entre muchas otras, pero también hay muchas que son tóxicas e incluso, en algunos casos, mortales. Saber diferenciarlas no siempre resulta fácil y requiere de un mínimo de conocimientos en micología. Así lo advierten todos los años expertos en la materia.

Un buen año de setas puede suponer también que por desconocimiento y mucho atrevimiento muchas personas sufran consecuencias letales al recolectar y consumir setas tóxicas. Para evitar posibles confusiones se recomienda mucho sentido común y ni siquiera tocar las que ofrezcan las que puedan ofrecer la mínima duda. Además, tampoco es aconsejable dejarse llevar por consejos o recomendaciones de personas poco formadas. En este sentido, más que un grupo en redes sociales lo más recomendable es la formación en talleres de micología y la lectura de guías especializadas en la materia. Así lo recomienda Manuel Becerra, autor con una extensa bibliografía y mucha experiencia en la impartición de jornadas temáticas sobre setas. Él mismo desgrana una decena de setas tóxicas -e incluso mortales- que se pueden encontrar en los bosques y campos malagueños.

Champiñón amarilleante / Manuel Becerra

Su aspecto es parecido a otros champiñones de color blanco. Por esa razón, para diferenciarlos bien hay que fijarse muy bien en tres características fundamentales. Por un lado, su cutícula (piel), que puede ser blanca o pardo-grisácea, pero al roce amarillea. Por otra parte, la base del pie es bulbosa y si se le da un corte con una navaja la carne adquiere un intenso color amarillo cromo. Por último, tiene un desagradable olor, que recuerda a yodo, tinta o fenol. Además, el micólogo Manuel Becerra advierte que «puede confundirse con otros champiñones blancos comestibles y que también amarillean al roce, aunque la carne del pie no es amarilla, pero que presentan un agradable olor anisado o que recuerda al de las almendras amargas». En Málaga, donde es muy abundante, pueden aparecer tanto en bosques de coníferas como de frondosas, así como en pastizales o incluso zonas ajardinadas. Es una seta muy tóxica que puede provocar problemas gastrointestinales.

Esta seta, de la familia de las 'amanitas' es tan peligrosa como fácil de identificar por su sombrero verde amarillento o verde-oliváceo y sus láminas, pie, anillo y volva de color blanco. Sin embargo, Becerra, recuerda que «los errores de identificación pueden deberse a su confusión con los champiñones, sobre todo cuando está en presencia de la forma blanca de Amanita phalloides». Por ese motivo, no se debe olvidar que los champiñones «siempre tienen las láminas de color rosáceo cuando joven y van ennegreciendo al madurar». Otra posible confusión que comenta este micólogo puede darse si se recolecta en estado de huevo. «Entonces es muy posible que pase desapercibida entre ejemplares de la yema de huevo (Amanita caesarea) en el mismo estado», explica. Es una seta muy frecuente durante el otoño en los castañares y alcornocales de la Serranía de Ronda y la Sierra de las Nieves. Es, con diferencia, la seta que más muertes provoca en España, con un noventa por ciento del total de los fallecimientos por su ingesta. Esta Amanita phalloides posee una toxina, llamada amanitina, que afecta gravemente al hígado.

Seta de carrasca de volva anaranjada / Quini Escalante

Esta seta también es mortal, debido a las toxinas que tiene, que provocan daños irreversibles en el hígado. Así lo advierte el micólogo Manuel Becerra. Eso sí, afortunadamente es relativamente fácil de identificar por las tonalidades blancas de todas las estructuras (sombrero, láminas, pie, anillo), así como su volva pardo-amarillento u ocre-anaranjada. «Las únicas confusiones posibles serían con la amanita blanca de las encinas o seta de carrasca (Amanita ovoidea)», añade Becerra. A diferencia de la mortalmente peligrosa, la ovoidea presenta fructificaciones más robustas, su anillo es muy fugaz (desaparece pronto) y tiene la consistencia del merengue y la volva es más ancha y siempre blanca, nunca presenta los tonos ocráceos de su doble tóxica. Este experto en micología explica que hay «algunos años es una seta abundante en las sierras próximas a la Costa del Sol, sobre todo en el entorno de Monda, bajo encinas u otras quercíneas como alcornoques».

Boleto de Satanás / Manuel Becerra

En principio, esta seta es fácil de identificar por su sombrero grisáceo, poros rojos y pie rojizo. Además, si se corta, su carne, que de color blanco, azulea rápidamente. Eso sí, hay que evitar la confusión con alguno de los boletos comestibles (Boletus aereus, Boletus reticulatus, Boletus edulis). Estos últimos se diferencian fácilmente por los colores pardos del sombrero, sus poros de color blanco que van amarilleando al madurar y su carne blanca, que no azulea. Becerra asegura que «esta especie tóxica provoca problemas gastrointestinales». En otoños lluviosos crece abundantemente en los encinares y quejigales que se desarrollan sobre suelos calizos, como es el caso de los encinares del Macizo de Líbar o el entorno de Archidona.

Cortinario de montaña / Manuel Becerra

Esta seta de la familia de los cortinarius es mortal por albergar orellanina, una toxina letal. Pero, además, los síntomas de intoxicación pueden parecer hasta diecisiete días después de ser ingerida. Es una seta con tonos rojizos y anrajanados, que puede llamar la atención. Becerra explica que, aunque sea una seta muy escasa en Málaga, puede llegar a confundirse con otras setas de colores anaranjados, como las chantarelas. «En años propicios puede crecer abundantemente, como ocurrió en una de las jornadas micológicas que cada año se celebran en el pueblo de Benarrabá», añade este micólogo, natural de Benaoján. No hay que descartar que pueda crecer en otros puntos de la geografía malagueña, como otras zonas del Valle del Genal o en los montes de Cortes de la Frontera.

Pérfida o engañosa / Manuel Becerra

Aunque en esta lista hay muchas otras setas que se puedan confundir, el nombre de ésta ya deja claro que puede ser engañosa. Se trata de una seta robusta, cuyo sombrero puede alcanzar los veinte centímetros de diámetro, de color grisáceo y láminas que adquiere tonos rosáceos. «Las intoxicaciones se producen porque es una seta de gran tamaño y olor agradable, lo que suele llevar a error a los recolectores, que por su aspecto no la consideran tóxica», comenta Manuel Becerra. Por su experiencia este micólogo asegura que ha visto «a algunas personas confundirlas con pequeños boletos (pero éstos tienen poros y no láminas), de ahí la gran importancia de no recolectar setas inmaduras y que no han desarrollado todos sus caracteres identificativos». Es muy tóxica y puede llegar a producir graves problemas intestinales. Algunos años puede llegar a ser muy abundante en los alcornocales de los montes de Cortes de la Frontera, Bajo Genal, zona de Montejaque, entorno de Monda y los castañares del Alto Genal.

Esta seta es tóxica y mortal, pero debido a su pequeño tamaño es muy difícil su confusión con otras setas comestibles. Pese a ello, Becerra recomienda que «no se recolecten setas pequeñas con tonalidades parduzcas y con anillo que crezcan sobre madera». Este hongo suele crecer tanto en madera muerta como en pequeños restos leñosos, a menudo semienterrados. En nuestra provincia en muy frecuente encontrarla en bosques de coníferas, tanto de pinos como pinsapos, y, en menor medida, quercíneas (quejigos). Su cutícula puede presentar distintas tonalidades en función de la humedad ambiental (amarillo-ocrácea, pardo-rojiza o pardo-ocrácea). Sus láminas son amarillo-ocráceas. Además, presenta un pequeño anillo en la parte superior del pie.

«Éste es un género que todos los aficionados deben reconocer», sentencia Manuel Becerra. Se caracteriza por su sombrero, que suele ser pequeño, de menos de diez centímetros, con tonos ocráceos, pardo-rojizos o marrones y está cubierto de pequeñas escamas concéntricas. Las láminas son blanquecinas y en el pie presenta una zona anular o pequeño anillo muy frágil. «La confusión con alguna especie de parasol comestible, como la Macrolepiota procera, es difícil, sobre todo si se tiene en cuenta el gran tamaño del sombrero de esta especie, así como su anillo doble –que se puede mover sin que se rompa– y su pie atigrado», explica este micólogo. Eso sí más riesgo entraña que no se sepa diferenciar de otras especies, como la negrilla (Tricholoma terreum), de sombrero grisáceo, láminas blanquecino-grisáceas, pie sin anillo y que crece asociada a pinos; o incluso con la senderuela (Marasmius oreades), seta típica de pastizales, donde crece formando corros, que presenta un característico olor a almendras amargas. Muchas especies, como Lepiota castanea, Lepiota brunneoincarnata o Lepiota subincarnata, son tóxicas mortales. Son relativamente frecuentes en toda la provincia de Málaga, tanto en bosques de coníferas como de frondosas e incluso en zonas ajardinadas.

Esta seta puede alcanzar un tamaño notable (hasta doce centímetros de diámetro), cuyo sombrero presenta tonos pardo-ocráceos. Lo que la hace especialmente singular son que sus láminas se manchan de color tabaco al tocarlas. Se han constatado muertes causadas por el consumo de esta seta. «Las posibles confusiones que pueden darse con esta seta son la seta de cardo, que crece en pastizales asociados a las raíces del cardo cuco, o los níscalos, que se diferencian por segregar un látex de color zanahoria o vino en función de la especie», afirma Manuel Becerra. En la provincia de Málaga no es rara en los castañares del Alto Genal.

Setas de olivo / Manuel Becerra

Esta seta, que es muy frecuente en la provincia de Málaga, se identifica bien por su crecimiento cespitoso (crecen muchos ejemplares juntos). Además, entre sus características, destacan su color rojizo y que se desarrolla sobre madera muerta o restos leñosos enterrados. «No sólo parasita olivos o acebuches sino también a encinares», añade Becerra. Es una seta muy tóxica que puede causar graves consecuencias nocivas para el organismo. Su principal complicación es que no sepa distinguir de las chantarelas (Cantharellus subpruinosus) y de los níscalos de látex naranja o vinoso (Lactarius deliciosus, Lactarius sanguifluus). Las primeras son de color amarillo-anaranjado, presentan falsas láminas y tienen un agradable olor afrutado, como a albaricoque. Los segundos crecen asociados a pinos y al corte segregan un látex o leche de color zanahoria o vino, dependiendo de la especie.