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Heidi Herrmann (izquierda), de Strong Arm Farm, recoge algas fucus con Ariana Mazzuchi y Jack Herron cerca de Jenner, en el norte de California (Estados Unidos). En los últimos años, la búsqueda de algas se ha popularizado en todo el mundo.
Los recolectores de algas se colocan sus equipos y se dirigen a la zona intermareal de East Neuk, en la costa de Fife (Escocia). A la orilla del agua, su guía, Jayson Byles, propietario de East Neuk Seaweed Foraging, les señala una variedad de algas que crece en las rocas y flota en los charcos: largas hebras de espaguetis marinos de color oliva y volutas de lechuga marina de color verde hierba, perfectas para un festín vespertino.
Las algas gigantes crecen a lo largo de la Bahía Fósil del Parque Nacional de la Isla María, en Tasmania (Australia), donde la recolección y el consumo de algas es una tradición del pueblo palawa.
Un par de horas más tarde, los recolectores llevan su botín a la playa, donde Byles enciende un fuego y prepara una salsa para los espaguetis de mar, cuyo suave sabor puede adoptar una salsa vegana de pesto, carbonara o de crema de setas y bacon, según las preferencias de sus comensales. La lechuga de mar, con su sabor marino ligeramente salado, se envuelve en pescado fresco y se fríe en la sartén. Cada alga tiene un perfil de sabor diferente, explica Byles. Un tipo de alga roja, llamada dulse, puede incluso saber a tocino, en ciertas preparaciones.
Byles, quien lleva toda la vida dedicándose a la búsqueda de algas, es un apasionado de este tipo de alimentación sostenible. Lo mejor, dice, es compartir la experiencia. "Es una forma muy agradable de crear una especie de comunidad en la que compartimos los alimentos que hemos recogido. Hay algo muy antiguo en ello”, agrega.
El alga gigante que crece en las aguas del Parque Nacional de las Islas del Canal (California), ayuda a formar un dosel que da cobijo a muchas criaturas marinas y desempeña un papel clave para frenar el cambio climático.
En todo el mundo, la gente lleva mucho tiempo buscando algas. En los últimos años, esta actividad ha aumentado su popularidad a medida que más personas descubren los beneficios para la salud de este superalimento. Saborizada en sopas, mezclada con un aliño o secada en láminas, es un alimento básico en muchos países asiáticos, incluido Japón, donde la prefectura de Okinawa está designada como "zona azul" de la longevidad. Además, la experiencia de cosechar en la naturaleza puede forjar profundas conexiones de conservación con las zonas costeras, especialmente cuando el resultado es una sabrosa comida.
Aunque muchas variedades de algas son comestibles, hay que tener en cuenta las mejores prácticas cuando se las busca en el mar. Además de tomar precauciones de seguridad entre las resbaladizas rocas, especialmente cerca de las poderosas e imprevisibles olas del océano, Byles destaca la importancia de ser ligero en tierra, cosechar solo una pequeña parte de cada planta y cortarlas siempre por encima del asidero, sin arrancarlas de las rocas.
Esto es lo que hay que saber sobre la búsqueda de algas.
Un guía con experiencia y conocimientos puede marcar una gran diferencia. Puede instruir a la gente en factores grandes y pequeños, desde cómo funciona el ecosistema costero local hasta qué ropa llevar para obtener la máxima seguridad mientras se busca en las rocas resbaladizas.
Es esencial poder descifrar las previsiones meteorológicas y de mareas y saber cuándo se pone el sol para obtener la máxima visibilidad. Cualquier tipo de factor, como los avisos de oleaje elevado, el mal tiempo, la calidad del agua y las lluvias recientes (que provocan escorrentías) pueden cancelar o retrasar una excursión. Los guías también proporcionan información sobre las normas y reglamentos locales (que pueden variar mucho) y enseñan a los participantes a recoger, limpiar y preparar las algas de forma responsable.
Las algas son un superalimento rico en vitaminas y antioxidantes. Se consumen en todo el mundo, en lugares como Okinawa (Japón), considerado desde hace tiempo como un paraíso de la longevidad.
Cosechar algas de forma responsable es la clave para Melissa Hanson, cofundadora de Kelpful, que dirige aventuras de forrajeo para adultos y niños cerca de San Luis Obispo, en California. "Hablamos de cómo este espacio hermoso, frágil y salvaje no es una tienda de comestibles. No puedes entrar en él y coger lo que quieras", dice. "Hablamos de tener una relación de reciprocidad y de tener mucha gratitud y respeto por la abundancia que hay y reconocer que no existe solo para que la tomemos para nuestro uso personal".
Parte de esa ética consiste en ser conscientes de la recolección, explica Hanson. "Solo recogemos las variedades [de algas] que están en gran abundancia en ese momento y en ese lugar, y cogemos una cantidad muy pequeña en comparación con el total que hay. Nuestro objetivo, cuando terminamos, es que no parezca que hemos estado allí en absoluto", añade.
La búsqueda de algas es una práctica cultural importante en muchas comunidades del mundo. En Gales, los buscadores recogen algas para hacer pan de lavanda, una tradición centenaria. A lo largo de la costa de Tasmania (Australia) (conocida como lutruwita por los palawa, los pueblos originarios de Tasmania), el paseo wukalina lleva a los visitantes en un viaje de cuatro días y tres noches que incluye senderismo, experiencias culturales y alimentos tradicionales como algas y mariscos.
Las algas se cultivan en muchos lugares, como en la isla de Benjamín, que forma parte de las Islas Salomón, en la foto.
Mujeres recogiendo algas para venderlas, en el Golfo de Mannu, en Tamil Nadu, India.
A lo largo del viaje, los guías palawa (cuya lengua no escribe en mayúsculas muchas palabras y nombres de lugares) enseñan a dar forma a las algas y a secarlas en un cuenco inspirado en las embarcaciones tradicionales de transporte de agua. Buscan algas y disfrutan de espárragos de mar, lechuga de mar y muchas otras delicias.
Melissa West, directora de operaciones de Wukalina Walk, explica que las mujeres palawa bucean tradicionalmente para recoger algas, alimentos y conchas de los moluscos endémicos que habitan en el alga, llamados maireeners, que luego transforman en joyas. "Tengo dos hijas, así que es muy importante para mí transmitirles esos conocimientos", cuenta West.
Un buceador sostiene una variedad de algas en la Reserva Natural de Tjurpannan, en Havstenssund (Suecia).
Una agricultora de algas en Tanga, Tanzania, prepara una ristra de algas para su cultivo.
Byles también cree que es crucial transmitir sus conocimientos sobre la búsqueda de alimentos, que en gran parte provienen de su ascendencia maorí. Y cree que esto es especialmente beneficioso para los jóvenes, para inculcarles el sentido de la responsabilidad medioambiental: "Me gusta trabajar con los niños porque es importante que las próximas generaciones conozcan estas zonas y se enamoren de la playa y la costa".
A la hora de comer algas, un aspecto clave puede ser su versatilidad, que puede ayudar incluso a los más quisquillosos: los niños. El chef Vincent Nattress sirve algas recolectadas comercialmente en Orchard Kitchen, el restaurante de Langley (Washington) del que es copropietario con su mujer, Tyla.
Nattress puede convertir algunos tipos de algas en una mezcla de condimentos, similar al furikake japonés. Otros tipos pueden servirse como encurtidos o mezclarse en una salsa. "Tiene la increíble capacidad de añadir el mismo tipo de umami (sabor) característico de las setas", explica Nattress.
En casa, prepara algas silvestres, recogidas con una licencia de pesca de marisco/algas, que sus hijos adolescentes están encantados de comer. Ahora, dice, siempre están dispuestos a una aventura culinaria, incluso cuando viajan. "No hay nada que no coman porque han estado expuestos a todo".
No importa cómo se preparen las algas, todo se reduce a la experiencia. "Para mí, reconectar a la gente con sus raíces y con la naturaleza es una parte muy importante de la búsqueda de alimentos", sostiene Byles. "No se trata solo de las algas. Se trata del medio ambiente, de reconectar con la tierra, con el agua y con los demás".
Kristen Pope es una escritora independiente que cubre temas de ciencia, conservación, vida silvestre y cambio climático.